domingo, diciembre 28, 2008

"¡Estoy harta de pepinos, quiero ostras!"

Yo soy de esas personas que creen que todos somos, en cierta medida, bisexuales. No hay nadie que de forma exclusiva se sienta atraída por las personas de su mismo sexo ni nadie que lo haga sólo por alguien del sexo contrario. Para mí esa premisa es una creencia que la vida se empeña, una y otra vez, en demostrarme que es cierta.

Y la última vez que la vida me dio esa satisfacción fue ayer mismo. Eso sí, he de advertir que para contar esta historia me veo obligada a alterar datos relativos a identidades o al entorno en el que estos hechos sucedieron. La autoestima de varios maridos está en juego.

Todo sucedió ayer en, digamos, una cena de esas navideñas, tan fraternales y llenas de momentos de exaltación de la amistad promovidos por la ingesta masiva de alcohol, organizada por las compañeras del, por ejemplo, gimnasio en el que coincidimos cada mediodía en la clase de pilates.

Lo que en principio iba a reunir a sólo una docena de colegas que comparten ese momento tan íntimo que es contraer en grupo la pelvis se convirtió en un encuentro masivo al que también acudieron las que van por la mañana a pilates, las que van por la tarde, las seguidoras del body balance y las que tienen en la clase de abdominales su tótem de lo que es sudar de verdad en el gimnasio.

Resumiendo. En total nos juntamos medio centenar de mujeres, muchas de las cuáles no nos habíamos visto en la vida. A pesar de todo, en aquel grupo tan variopinto superábamos de manera ostensible el porcentaje medio de lesbianas, y así por lo alto calculo que el 15% entendiamos... Salidas del armario, claro, porque el resto fue saliendo a medida que avanzó la noche y que el Cacique comenzó a hacer sus efectos.

Nada más acabar la comida empezaron las primeras muestras de cariño. La guerra de migas de pan dio paso al bailoteo. Fue entonces cuando llegaron los primeros refregones al son de esa salsa que se llama 'Valió la pena' de Marc Anthony. Los balanceos de los culos y las oscilaciones de las tetas eran compasados por manos todavía inocentes que palpaban los traseros al son de la música del cubano.

Todo inocente. Nada libidinoso. El problema es el alcohol, que saca la lesbiana que todas llevamos dentro, y el alcohol no tardó demasido en extender una manto de deseo en aquel bailoteo incesante. Pronto llegaron las confesiones: "Con lo bien que se os ve a las parejas de lesbianas, es que a una le da ganas de mandar al marido a la porra y liarse con una mujer", nos comentaba voz en grito una de las alumnas más aventajadas y con el vientre más plano de la clase de pilates.

Ella fue, precisamente, la que acabó bailando con los pantalones muy por debajo de la cadera, mientras que, digamos, una de las monitoras de body balance pegaba su cara a la rajilla de su culo que, obviamente, se encontraba a la vista. Mientras tanto, aquella idea apuntada por algunas -sí, probar qué es estar con una mujer a pesar de estar casadita y con niños-, a medida que pasó la noche se convirtió en clamor, e incluso llegaron a programarse futuros encuentros.

Entonces yo me ofrecí como asesora. "No, no hace falta, yo estoy más que acostumbrada a tener que acabar por mi cuenta la faena, así que sé de qué va esto, y al fin y al cabo, todas tenemos lo mismo ahí abajo", me contestó la monitora de body balance que sólo un rato antes estaba refregando su cara por la rajilla del culo de la alumna aventajada de pilates.

En ese momento yo sólo pude argumentar que la perspectiva cambiaba al estar con otra mujer y que, con experiencia y paciencia, todo era posible, incluso lograr en tu pareja el conocido como "efecto aspersor", desconocido por una amplia parte de la audiencia, que puso cara de póker y dijo que no tenía ni idea de qué era aquello. En defensa de la monitora de body balance he de decir que ella sabía perfectamente de qué estaba hablando, lo que me dejó mucho más tranquila, porque la alumna aventajada de pilates no paraba de berrear: "¡Estoy harta de pepinos, quiero probar las ostras!


* Si has estado en una fiesta de esta calaña, por favor, por favor, narra tu experiencia.

** Si tú también sabes qué es el efecto aspersor, sé valiente y cuéntalo.

*** Gracias a La Susodicha y a su Doña que hicieron posible este momento irrepetible como organizadoras consortes del encuentro.

**** La ilustración del Pepineitor es el logo de un club de fútbol. Sin palabras, pero el dibujo me venía muy bien para el post.





jueves, diciembre 11, 2008

Con la Iglesia hemos topado

Leo un reportaje en el periódico El Mundo sobre la violencia doméstica entre homosexuales. Existir, existe, viene a decir. Y el Ministerio de Igualdad mira para otro lado, ese el de la miembra Aído, mira para otro lado, viene a decir también. Supongo que no somos tan diferentes. Supongo también que a El Mundo le apetecía también meterle el dedo en el ojo a la ministra menos valorada del Gobierno.

Sigo leyendo el periódico y me topo con el nuevo obispo de Málaga, Jesús Catalá Ibáñez, el que sale en el centro en la fotografía de la derecha. "Si dicen en sus periódicos que estoy en contra de los homosexuales, mentirán", dicen varios titulares. Este hombre incluso declara que tiene "cariño" a los homosexuales, como personas, porque en lo que respecta a la valoración moral que tiene de su orientación sexual se remite a lo que dice San Pablo.

Y ahí va sólo una perlita de lo que dice San Pablo: "De la misma manera, también los hombres, dejando las relaciones naturales con la mujer, se encendieron en sus pasiones desordenadas unos con otros, cometiendo actos vergonzosos, hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución que corresponde a su extravío". "Como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, los entregó Dios a una mente reprobada, para hacer lo que no es debido". "Se han llenado de toda injusticia, maldad, avaricia y perversidad. Están repletos de envidia, homicidios, contiendas, engaños, mala intención". "Son contenciosos, calumniadores, aborrecedores de Dios, insolentes, soberbios, jactanciosos, inventores de males, desobedientes a sus padres, insensatos, desleales, crueles y sin misericordia".

¿Hubiera sido ético que los periódicos titularan con que el nuevo obispo de Málaga considera que los homosexuales tienen una mente reprobada y están repletos de envidia y de mala intención, tal y como lo consideraba San Pablo? Yo creo que sí. Aunque siempre sabiendo que a Catalá Ibáñez no le dolería mostrar la primera noticia, esa de los malos tratos publicada en El Mundo, para defender a capa y espada las tesis de San Pablo, por mucho cariño que nos tenga y por mucho que rece para hacernos hallar el camino de la salvación, salvación que, por otro lado, a mí me trae al pairo.

martes, diciembre 09, 2008

La RAI censura, Tele5 no enseña










Sólo había una serie con personajes lésbicos a la que no me había enganchado hasta ahora: Hospital Central. Pero lo inevitable ha sucedido. Ya puedo decir de forma oficial que soy una "hospitaladicta" pendiente los miércoles por la noche a Tele5. Y todo ha sucedido tras un intenso visionado a través del youtube de lo acontecido durante todos estos años de emisión entre Maca y Esther (por cierto, ¿no véis a ésta pareja ciertas similitudes con la de Bette y Tina?, una fuerte, otra dependiente; una mona, otra no tanto; una workadicta, la otra no; una jefa, la otra también pero menos...).

Después de tragarme de un soplo todo estos años de relación, al principio dulce pero con el tiempo tormentosa, además del plus de los cuernos de Maca con Vero, he llegado a una conclusión: estas lesbianas de Hospital Central son asexuales, como las amebas. Se dan besitos, sí muchos, pero punto. Vamos, que tienen que llevar un calentón de a mil, porque jamás las he visto pegándose un revolcón, tocándose el culo o ni tan siquiera empezando a desnudarse para tener relaciones sexuales. Y quien tenga constancia de lo contrario, que sea valiente y ponga aquí el capítulo en el que puede verse esa escena. ¿Habrá visto alguna vez Maca a Esther como Dios la trajo al mundo? ¿Dormirían en la misma cama cuando vivían juntas?

Supongo que los guionistas no acaban de atreverse a introducir una escena explícita de sexo entre dos mujeres en hora de máxima audiencia. Un accidente de avión sí, claro, con los cuerpecillos calcinados por ahí esparcidos, pero dos mujeres en pelotas -¡qué digo!, ni siquiera haría falta que fuera en pelotas, con que salieran en top less ya sería suficiente- es indecente. Y todo ello, he de decir, con el respeto que me causa que fueran capaces de casar a dos tías en la tele nada más aprobarse el matrimonio homosexual y que tengan tres personajes lésbiscos en el reparto, pero molaría un poquito más de voltaje, ¿no? Y sino que vean un capítulo de The L Word o el quinto de esta temporada de House, por ejemplo, para coger ideas.

Toda esta reflexión lleva algún tiempo rondando por mi cabeza, para ser más exacta desde hace un mes y pico, cuando me enganché a esta serie. Pero lo que ha hecho que me decida a dejarla aquí plasmada ha sido esta noticia: el segundo canal de la televisión pública italiana, la RAI2, ha emitido una versión edulcorada de Brokeback Mountain, sin besos, ni caricias, ni una escena que dejara entrever la homosexualidad de los dos vaqueros macizorros y machotes.

Supongo que esto es una "berlusconada" más -con tanta mala leche cómo no se le va a caer el pelo y no le van a salir arrugas. Ni todo el bótox del mundo puede corregir ese rictus agrio-. "Lo que no se ve no existe, así que si yo me puedo maquillar para estar mono, pues cortamos las escenas que no son monas", habrá pensado ese tipejo. Así que la RAI censura, corta sin piedad una película que es una obra de arte, así, tan ricamente.

Lo de Tele5 es menos grave, sí, sin lugar a dudas. Además en su descargo hay que decir que creo que Hospital Central tampoco se prodiga en escenas de sexo entre heterosexuales -si me equivoco que alguien me corrija, por favor-. Pero lo cierto es que se le agradecería que enseñara un pelín más, porque hay a mujeres que nos mola eso de acostarnos con mujeres y que lo disfrutamos muy, pero que muy mucho.


* Por cierto, a quien le guste Hospital Central, que le eche un vistazo a este blog y a su explicación sobre el gafe de ciertos personajes. Sin desperdicio.

martes, noviembre 18, 2008

Pluma, pluma gay

Existen dos tipos de lesbianas: las que tienen pluma y las que no la tienen. Yo, mucho me temo, pertenezco al primero de los grupos. A pesar de que llevo años resistiéndome con uñas y dientes a confesarlo y a reconocer ante mí misma y ante el mundo entero esta, a todas luces, clara evidencia, creo que ha llegado el momento de tomar conciencia de cómo soy.

Mi pluma es soterrada, tipo "a buena entendedora pocas palabras bastan". De ésas que haría preguntarse al heterosexual compañero de trabajo "¿podría ser que a esta tía le gusten las tías?" -si no estuviera ya fuerísima del armario, claro- y de ésas que hace que la monitora del gimnasio te guiñe un ojo cuando al entrar en la clase de spinning en un claro gesto de camadería lésbica.

Aunque es cierto que en ropa de deporte gano mucho -mis horas en el gimnasio y el pago religioso de mis cuotas me ha costado- y pudiera ser que en realidad lo que quisiera la profesora de spinning con ese guiño sea ligar conmigo, lo que me molaría muchísimo más que simplemente me guiñara por camadería lésbica.

Mi pluma es de ésas que puede llegar a provocar que una compañera de clase de Facultad con la que jamás has intercambiando más de dos palabras te asalte enmedio del patio para invitarte a tomar un café con ella, le des esquinazo y vuelva a insistir dos semanas más tardes en que la acompañes a tomar una copa, con el único objetivo de sonsacarte si entiendes o no. "Sí, sí que entiendo. ¿Llevo un cartel que lo pone o qué?". "Bueno, lo cierto es que mis amigas y yo lo sospechábamos desde hace tiempo".

Desde aquello de la facultad ha pasado mucho tiempo, 14 años, si no me falla la memoria, pero creo que el cartel aún lo llevo colocado, tan colocado como para que una, en principio, estirada y trajeada ejecutiva, acabara al final de una comida de trabajo, tras varias copas de vino y un par de horas de conversación, enseñándome Blackberry en ristre las fotografías de sus dos perros e invitándome a pasar un fin de semana en los Pirineos 'by the face'.

Durante los 14 años me he pasado una buena parte del tiempo intentando quitarme ese cartel de encima pero, como ya he dicho, cualquier intento ha sido infructuoso. Así que ahora he decidido hacer las paces con mi pluma y mientras me sirva para lograr cafés gratis, guiños en el gimnasio y fines de semana en los Pirineos, pues bienvenida sea.







jueves, octubre 23, 2008

"Llamadnos amantes"













"Con todos los respetos para Susan, nunca nos gustaron las palabras pareja o compañera. Susan nunca las usaba. Yo no las usé. Era una relación en todas las dimensiones. Llamadnos amantes".
Annie Leibovitz.

No sé si es un fuego de artificio más de Annie Leibovitz, como sus fotografías, o una declaración amor. Lo cierto es que es de lo más sugerente. ¿Quién no desea tener un amante?

*La imagen de la izquierda es de Susan Sontag fotografiada por su amante. Y la de derecha, pues es Leivobitz fotografiada por Sontag (la fotógrafa cazada por la teórica, ¡ja!) .

martes, octubre 21, 2008

Gustos

Tengo un compañero de trabajo empeñado en conocer cuáles son mis gustos. Cada vez que caza la foto de una supermodelaza en tetas me la enseña con la intención de que le dé el visto bueno o que le argumente por qué pasaría de ella.

- Mira, ¡qué pedazo de tía! ¿Eh? ¿Te gusta? ¿Te gusta?
- Pues la verdad es que no.
- Pero si está buenorra, buenorra.
- No es mi tipo. Ya te he dicho que las modelos esas anoréxicas no me gustan.
- Entonces, ¿qué tías te gustan?

Para empezar me gustan las tías a las que yo creo que puedo gustarles, es decir, las que entienden o tienen posibilidad de entender. No sé por qué pero tengo un radar que se fija de manera selectiva en mujeres que son lesbianas sabiéndolo y aceptándolo, que lo son sin saberlo en ese momento pero que con el paso de los años lo descubren o en mujeres que quieren, sin más, probar qué es estar con una mujer, aunque eso las acabe atando a una relación de varios años. Vamos, que no me pasa lo mismo que a Camilo Sesto, que el pobre siempre se iba a enamorar de quien de él no se enamora.

Hasta el momento mi radar no se ha equivocado jamás y cuando apuntaba hacia Angelina Jolie, pues por algo era. Sin embargo, he de confesarlo, siempre he tenido predilección hacia las deportistas macizorras, esas tías cuadradas que están todo el día haciendo pesas, corriendo, lanzando jabalinas o cualquier otro instrumento y sudando de lo lindo. Y ahí, mi radar, tampoco se ha equivocado: el deporte es un campo abonado al ligoteo muy, pero que muy interesante para cualquier lesbiana de pro. Creo que éste es mi lado frívolo y superficial. También lo podríamos llamar estético, ¿por qué no?

Es curioso, porque a los tíos les suelen dar susto las tías fuertes... Pero a mí me parecen de lo más molón. En este punto tengo que hacer un inciso: ¡Bendito gimnasio, alegría de cada mediodía! De hecho, una vez tuve una novia atleta -este post ha nacido a raíz de un comentario que le he dejado al respecto a El Malvado Ming-, de esas cuadradas 2x2, pero al final una relación resulta demasiado agotadora: sólo entrenan, así que ni se sale, ni se trasnocha, ni se bebe, ni se come, ni se f... ni se hace nada, vamos. Esa vida monacal no es para mí.

En el lado opuesto, pues, he de confesarlo, también me gustan las intelectuales. ¡Mi amada Bette! Ésas que les dan vuelta a todo, que son capaces de levantarse a las seis de la mañana para hacer la fotografía de un amanecer, que pueden provocarte con una sola palabra, que se conocen las escuelas más innovadoras en psicología, que te ganan con palabras de nueve letras al Scrabble o que usan la dialéctica para desarmarte y hacerte caer rendida y muda -porque ya no te queda opción de réplica- a sus pies.

Y cómo no, me pirran la mujeres que tienen sentido del humor.

* Como sobre gustos no hay nada escrito, espero que dejéis escritos por aquí vuestros gustos y, después, me comprometo a hacer un post con el prototipo de mujer deseado por las lesbianas.

** La fotografía es del culo de una de esas atletas macizorras. Para alegrar un poquito la vista, ¿no?

sábado, octubre 18, 2008

Integrismo lésbico


Puede que esta entrada disgute a alguna de las que llegáis hasta este blog, pero tenía que escribirla tarde o temprano porque es toda una declaración de principios: creo firmemente que hay un integrismo lésbico, peligroso y tóxico. Yo conocí a una pareja que lo tenía claro: las lesbianas somos seres superiores, pensaban.

Lo cierto es que, ahora echando la vista atrás, creo que fue la primera pareja de lesbianas fuera del armario que conocí. Hablamos de mediados de los 90, cuando yo ocultaba que mi novia lo era a todo Dios. Sólo éramos muy buenas amigas. Por aquel entonces una compañera de la Facultad -mi actual amor- comenzó a tirarme los tejos. Ella y sus colegas se dedicaban a espiarme -me lo contó después- en el patio de la Universidad y a hacer conjeturas sobre si yo entendía o no.

Un buen día -bendito alcohol- mi actual amor se decidió a ligar conmigo enmedio de una fiesta de lo más ñoña, yo piqué y en el pack iban incluidas sus mejores amigas, entre las que se encontraba esta pareja de integristas: dos tías rubias, superfemeninas y por las que los tíos perdían el culo. Una de ellas estudiaba música, era delicada, etérea y sensual, y no era difícil quedarte embobada oyéndola tocar el instrumento -musical, por supuesto-. La otra estudiaba lo mismo que nosotras, era guerrera, categórica al hablar -de esas que levantan y agitan el dedo índice para parecer más firmes- y, en apariencia, con las ideas muy claras.

Defendían con beligerencia la supremacía del sexo femenino, veían a los heterosexuales como una pandilla de conformistas adocenados que se negaba a llegar a la esencia de su ser y que elegía la salida más fácil para llevar una vida acorde con lo esperado. Esgrimían que el mejor sexo era el que podían tener dos mujeres y sólo querían salir por sitios de ambiente y, por supuesto, con gays, porque la presencia de un heterosexual significaba llevar a un mirón infiltrado en el grupo.

Los armarios había que quemarlos todos y echar a patadas a los que estaban dentro y las únicas dos películas que merecía la pena ir a ver en el cine eran 'Go fish' y 'Cuando cae la noche' -por cierto, de ésta me regalaron un póster en un cumpleaños-. La esencia de la persona era homosexual. Lo demás era un cuento, una máscara para no hacer frente a la realidad.

Yo soy más relativa: pienso que cada cual es como es, aunque haya gente que se niegue la posibilidad de ser como es, pero hay que respetarla. Pienso que al igual que a nosotras nos gusta estar con otra mujer, pues hay a tías a las que le encanta estar con un tío y viceversa. Y creo que no todo el mundo es homosexual por designio divino, al igual que todo el mundo no es heterosexual.

Mi amor comparte -lo hemos hablado- este punto de vista, el mismo que teníamos hace ya la friolera de 12 años, demasiadas diferencias con esta pareja de amigas, que acabó en una ruptura cantada.

Pero el tiempo pone a cada uno en su sitio. Hace tres o cuatro años nos encontramos con la música en la boda de un amigo -heterosexual- común. Nos vio a mi amor y a mí, nos reconoció, desvió la vista y siguió de largo sin darnos siquiera la opción de saludar. Nuestro amigo nos contó que ahora estaba casada, con un músico, por supuesto. Y su ex pues había seguido el mismo camino de perdición heterosexual.

*La fotografía es un fotograma de 'Cuando cae la noche', película más que recomendable, al igual que 'Go fish'.

** Insisto: no tengo resistencia a escribir.


viernes, octubre 03, 2008

¿Seré ya como Bette?

Es posible que sea ya como Bette y no me haya dado cuenta hasta ahora. Se me ha tenido que poner delante el blog de pobreniñopijo, quien se ha dedicado a analizar a los personajes de The L Word desde el punto de vista de algo que se llama eneagrama y quien ha hecho que sufra uno de los mayores shocks de mi vida


Al parecer eso del eneagrama es un sistema de análisis de los tipos de personalidad inventado por los sufíes y que, a día de hoy, hay gente que todavía se toma en serio. Este pobreniñopijo dice que Bette es lo que el eneagrama denominaría un tres social, lo que significa que es una persona eficiente, atractiva, simpática, con gran habilidad social, muy segura de sí misma por fuera pero insegura por dentro, optimista, exigente y asertiva.


Hasta ahí pues he de decir que sí, que yo soy eficiente -a decir verdad soy capaz de sacar el trabajo de toda una tarde en un pimpampum-, también soy simpática -irónica y capaz de hacer chascarrillos varios sobre todo, la prueba es este blog-, además soy segura, exigente -conmigo y con los demás, y si no que se lo pregunten a mis becarios-, optimista -sé que la lotería tocará algún día-, asertiva -sí que lo soy- y competitiva -¿para qué jugar al pádel sino para machacar al que está enfrente?-.


Eso es lo positivo, vale. Hasta ahí todo correcto, porque lo cierto es que, con el rollito del eneagrama ese pobreniñopijo, acaba poniendo a Bette -y quizás también a mí, y yo sin saberlo- de vuelta y media. Resulta que los tres sociales esos también son "falsos, con una personalidad que oscila entre la frialdad y la calidez, mordaces, distantes, controladores, frívolos, materialistas y adictos al trabajo y vanidosos", cuenta. ¿Es en realidad así mi Bette? ¿Realmente eso es lo que oculta su inmaculada sonrisa y quizás la mía, que no es inmanculada pero sí que es sonrisa al fin y al cabo?


Me niego a pensar que ambas seamos así. Hombre, me gusta tener cosas buenas, ¿a quién no?, y si hay que pagar por ellas, pues qué le vamos a hacer. Y en cuanto a la adicción al trabajo, pues de aire no vive el hombre -en este caso la mujer independiente y que tienen que buscarse la vida por sí misma- y lo cierto es que en un trabajo como el mío requiere, para ser hecho bien, una dedicación plena, tener todo el día el móvil encendido y... Los puntos suspensivos son porque estoy empezando a asustarme. Quizás sí que me parezco a Bette más de lo que creo, aunque no posea su porte, su saber estar y todavía no me llegue para comprarme el Saab descapotable.


* Incluyo el link a otra página que he hallado en la que vienen fotografías de bastantes tres famosos. En esta web también aparece qué número sería Tina, la malograda Dana y Kit.

lunes, septiembre 29, 2008

Gatas en el cabo

El turismo gay, ¿existe o es sólo un mito? ¿Realmente hay esos paraísos a los que vamos en manada con la esperanza de ligar o de ver nuestra pareja reflejada en la de nuestras vecinas de mesa durante el desayuno en el hotel? Hasta ahora tenía mis dudas. Pensaba que aquel crucero delirante que aparecía en un par de episodios de la segunda temporada de The L Word plagado de lesbianas de todo tipo era sólo un sueño idílico, pero ahora estoy convencida de que hay un lugar donde se puede hacer turismo muy, pero que muy, gay.

Ese lugar en el Cabo de Gata, plagado de "gatitas" -vale, así es como mis compañeros masculinos de trabajo con edad más próxima a la adolescencia que a la madurez califican a las tías que consideran interesantes, pero es que esta denominación me permitía hacer un juego de palabras chulo para titular el post- en busca de otras gatitas y de parejas de tías que pasean al atardecer cogidas de la mano por la playa.

Yo ya había estado en el Cabo de Gata, hace 12 años, en el segundo viaje que hice con mi mujer, y al que también vino mi ex y la colega a la que se quería ligar y de hecho se acabó ligando, pero lo cierto es que no recordaba que fuera un sitio tan alternativo, con tanta comunidad gay exhibiendo cuerpo y paseándose sin complejos en pelotas por esas calas idílicas.

Aquello está lleno de gays y de lesbianas, sobre todo lesbianas de todo tipo: veinteañeras alternativas con pelo corto, piercing y pantalones de camuflaje; maduras que se dejan las canas y se hacen un pelado asimétrico; con pluma, sin pluma, en pareja, solteras, solas, en grupo... Para todos los gustos.
Así que sin comerlo ni beberlo las vacaciones de este año las hemos pasado en el paraíso del turismo gay, lo que, he de decirlo, me ha costado algún que otro disgusto. Mi novia estuvo un par de veces a punto de saltarme los ojos, especialmente en la playa, donde se movía mucho cuerpo atlético por la orilla, de esos que tanto abundan en mi gimnasio.

* La fotografía es, por supuesto, del Cabo de Gata y está hecha por mi amor, cómo no.

** Y, por favor, si alguien conoce más "paraísos" como éste, que lo comparta con el personal.

lunes, agosto 18, 2008

Yo hice cola con Salma Hayek para entrar al servicio

Sí, habéis leído bien el título de la entrada; una vez hice cola con Salma Hayek para entrar al servicio. Ya sé que al contar esta historia abro la puerta a que dudéis sobre si lo escrito con anterioridad en este blog es o no verídico, pero lo prometo, fue así. Y ahora cuento qué es lo que me ha animado a dar este paso adelante, sacar pecho y decir en voz alta: ¡YO HE HABLADO CON ELLA!

Pues bien, esta salida de tono se debe a la indignación. Sí, la INDIGNACIÓN, así, con mayúsculas. Me meto ePublicar entradan la página de Afterellen.com y me indigno porque las internautas de Estados Unidos sitúan a mi amada Bette -bueno, en realidad a la actriz que la interpreta, Jennifer Beals- como la séptima mujer más sexy del mundo mundial. Salma Hayek está sólo dos puestos por atrás, la novena, y por más vueltas que le doy, no lo entiendo. Si el destino las quiere tan próximas, ¿por qué la que estuvo haciendo cola conmigo y charlando un rato esa noche de 2002 en Los Ángeles no fue Bette?

Para las que penséis que es del todo imposible coincidir en la cola para entrar al servicio con Salma Hayek os lo explico con detenimiento: donde estuvimos haciendo cola juntas fue en la casa de Los Ángeles de Antonio Banderas... Vale, he releído lo que acabo de escribir y supongo que así lo empeoro todo. Si puede resultar increíble lo de Salma Hayek supongo que más aún es decir que has estado en la casa de Antonio Banderas. Y más increíble aún resultaría si dijera toda la verdad: que fue por motivos de trabajo.

De acuerdo, empiezo por el principio. Banderas cedió graciosamente su casa para que se hiciera una fiesta para contar por allí qué es Andalucía. Invitó a sus amiguetes de Hollywood y unos cuantos pringados fuimos para trabajar. Sí, trabajar, aunque he de decir que ir a una fiesta de éstas es un trabajo mucho más agradable que muchos otros que me han tocado hacer.

Así que allí estábamos unos cuantos pueblerinos siendo recibidos por esa gran señora llamada Tippi Hendrix, madre de la anfitriona, y aún guapísima; compartiendo lonchas de jamón serrano con un Sylvester Stallone acartonado y con un color de piel cerúleo que daba susto, o mirando de reojo a un tío que llevaba una gorra 'comía de mierda' (como decimos por aquí), debajo de la que sobresalía un peno canoso que pedía a gritos un buen lavado, con unos vaqueros 'roíos' y que resultó ser Benicio del Toro, el mismo que sale impoluto en las portadas de las revistas y que tiene ya algún Oscar, pero que si yo me hubiera encontrado esa noche en un callejón desierto hubiera pensado que venía a robarme. Serán prejuicios, vale, pero algunos llegamos a pensar que era el aparcacoches que iba a ganarse unos dólares estacionando limusinas. Es cierto que en la invitación ponía que la vestimenta tenía que ser "casual but elegant", pero él era todo casual.

Yo preferí curarme en salud y como siempre me he sentido torpe para eso de acertar con la vestimenta adecuada me compré un vestido negro, de lino y con volantitos por abajo. Y para acompañarlo me puse un mantón, también, negro, con flecos y muy, muy andaluz. De modo que así ataviada me encontraba yo esperando para entrar al servicio cuando apareció Salma Hayek, con otro vestido negro, unos taconazos que ya querría para ella Letizia, pero que no evitaban que yo, con mi metro sesenta, la pudiera mirar por encima del hombro, y con muchas tetas. Al menos, a mí me pareció que tenía muchas tetas.

Y la tía, 'mu salá', se puso a pegar la hebra con las dos o tres españolas que, como es preceptivo, hacíamos cola juntas: "Qué mantones más bonitos que llevan. Porque no lo he pensado antes, que si no me hubiera traído el mío" "Ay, pero si vas guapísima, Salma". "Sí, pero esos mantones son divinos y la fiesta es divina. Pero qué buena que estaba la comida. Yo he comido muchísimo y, no puede ser, porque voy a engordar". "Ay, pero si estás canijísima y estupenda". "Sí, pero es que me encanta el jamón loncheado. La última vez que fui a España me traje en la maleta, así escondidito y envasado al vacío porque aquí no dejan que lo entremos". "Ay, chiquilla, la próxima vez que vengas lo dices y te regalamos tó Jabugo".

Así fue, lo prometo, y también puedo afirmar que Salma Hayek es simpática, al menos así al pronto, aunque no es el tipo de mujer que a mí me parece sexy. Se ve que mi gusto es diferente al del francés ricachón que estuvo con ella. La que sí estaba espléndida era Marisa Tomei, guapísima vestida con unos vaqueros y una simple camisa blanca. Ahí empezó mi idilio con ella. Por cierto, al escribir este post me está viniendo una idea que no puedo apartar de mi cabeza: ¿Y si Jennifer Beals también estuvo en esa fiesta pero pasó desapercibida ante mis ojos porque aún no conocía a Bette?

*Para quienes dudéis de la veracidad de esta entrada, os dejo un enlace (pinchando aquí) que prueba que todo sucedió y no es producto de mi imaginación.







lunes, agosto 11, 2008

De gimnasios y rajas

Pues sí, se confirma: mi gimnasio es el más gay. Esa confirmación ha venido de la mano de una de las profas de spinning, quien el otro día, cuando estábamos a 180 pulsaciones por minuto intentó animarnos: "¡Vamos, chicos, que hoy es viernes y tenéis todo el fin de semana para descansar! Además... ¡¡¡esta noche es el concierto de Mónica Naranjo!!! ¿Quién va?" Todo el mundo puso cara de póker.

Por cierto, Mónica Naranjo estuvo soberbia -pero no por lo bien que cantó, sino que fue una soberbia, vamos- y creo que mi profa de spinning acabó aún más flipada del concierto que nosotros cuando ella nos preguntó en medio de aquella maldita subida por nuestros planes nocturnos:

- "Hoy me tienes hasta la raja", le soltó el, ejem, 'icono gay' a su pobre pianista porque no daba la nota que ella quería, y todo ello después de aparecer una hora tarde en el escenario en el que calificó como "bolo más complicado de mi carrera, pero también el más gratificante" (sic.).

Hasta la raja estoy yo, y no la Naranjo, que a estas alturas del verano todavía no me he ido de vacaciones. ¿Sobreviviré?

miércoles, agosto 06, 2008

Los paquetes sólo dan problemas

Éste es el post prometido que algunas -esas que me conocéis cara a cara- lleváis esperando desde hace dos meses y que no he podido escribir hasta ahora porque no había manera de encontrar el paquete. Para aquellas que no tenéis ni idea de qué va la vaina, me explico: mi novia llevaba varios meses, incluso me atrevería a decir años, sugiriéndome que le hiciera algún regalito erótico, de esos que venden en el No es pecado.

Más de una vez me había plantado frente a la puerta de la sucursal de esa tienda que hay en la Alameda Principal de Málaga pero, la verdad, me costaba entrar y ponerme a buscar entre todo el material que por allí tiene que haber. Y así fue pasando un cumpleaños de mi amor, nuestro aniversario y los Reyes sin que llegara ese regalo picantón.

Y justo en ese momento es cuando entró en mi vida Macarena con su maleta roja, la reuniones del tuppersex y el descubrimiento de que hay juguetitos muy, pero que muy monos, como un patito disfrazado de sadomaso que se pone a vibrar cuando le tocas la barriguita o un gel lubricante con sabor a champán...

De repente se abrió la espita y me entró la locura consumista -¡gracias, paga de beneficios de esa gran empresa en la que trabajo! ¡Alabada sea!- y le encargué a Macarena un completo: un set erótico de viaje con aceite de masaje y afrodisíaco, un plumerito suave para extenderlo y, ja,ja, crema orgásmica; la famosa mariposa (creo que se llama así porque ésta sí que te da de verdad alas, sobre todo usada con la crema orgásmica) y el vibrador Damien Feelz Toys, acompañado por supuesto de ese lubricante del que hablaba antes con sabor a champán tan chispeante.

Una vez realizada la compra sólo quedaba la entrada. Mi amor trabaja fuera. Vivimos separadas por 200 kilómetros, así que se me ocurrió la genial ocurrencia de que la mejor manera de hacerle llegar un regalo tan inesperado era mandárselo por mensajero, y todo ello a pesar de que el día de su cumpleaños, el 9 de junio -doy este dato que parece trivial porque es importante para entenderlo todo-, me lo había tomado libre e iba a estar con ella. ¿Seur o MRW? A mí, lo confieso, siempre me despiertan simpatía los segundones: ahora voy con Federer en lugar de con Nadal y Ben Johnson era, sin lugar a dudas, mucho mejor que Carl Lewis, que también corría dopado, aunque nunca haya dado positivo. Así que opté por MRW. Craso error.

Intenté darle picardía al asunto y como se lo envíe al trabajo lo envolví todo por separado con etiquetas: el regalo 1 -el de las cremitas- lo podía ver sin problemas en la oficina. El 2-la mariposa-, era decisión de ella abrirlo o no, y el 3 -el vibrador- bajo ningún concepto debía ser expuesto a los ojos de sus compañeros...

Lo metí todo en una caja de zapatillas de deportes -regalo que sí podía esperar de mí-, llevé el paquete a la oficina de MRW más próxima, lo envié y justo después cogí el coche para recorrer los 200 kilómetros que me separan de mi novia, pasar el fin de semana con ella y poder celebrar juntas el lunes 9 de junio su 34 cumpleaños esperando que llegara el envío. Pero, para aquellas que tengáis memoria histórica pregunto: ¿qué pasó este 9 de junio?... ¿A que ya nadie se acuerda?... Yo sí que me acuerdo... Hubo una huelga de transportes que paralizó todo el país, sí, incluidas las empresas de mensajería...

El paquete no llegó. Ni ese 9 de junio, ni el 10, ni el 11... Le tuve que confesar a mi novia que le había mandado un regalito -no le conté cual, por supuesto-, que se lo debía haber entregado un mensajero pero que no había llegado. Le advertí de que estuviera pendiente y que preguntara en la recepción de su empresa, pero todo fue en vano... Yo me machaqué los dedos metiendo el código del envío en la página web de MRW pero no había ningún dato. Ella es muy persistente y, cuando se le mete algo en la cabeza, no arroja la toalla, así que martilleó a llamadas al servicio de calidad de MRW y, por fin, logró que alguien nos atendiera. A mí me pilló en la ducha: entró en el cuarto de baño móvil en ristre, me lo pasó y me dijo: "Son los de MRW, que necesitan que les digas cuál es el contenido del paquete". "Estás de coña", le dije yo. "No", me contestó ella al tiempo que me metía el teléfono en la oreja.

"Le hablo del departamento de calidad de MRW. ¿Me puede decir qué contiene el paquete?", oí con total claridad al otro lado de la línea. "Pues, pues -balbuceé justo cuando volvía a ver aquella escena que a todas las amantes de The L Word se os habrá venido a la mente en la que pillan a Dana y Alice con un consolador en la maleta al pasar el control de seguridad de un aeropuerto- tiene cremitas, una mariposa genital y un... (silencio) vibrador". "Vale, vale, ya la llamaremos para informarla sobre su paquete", oí. Menos mal que mi amor se había salido del cuarto de baño. Eso sí, el ataque de risa que me dio tuvo que presenciarlo.

A día de hoy -dos meses después- el paquete no ha aparecido. Los de MRW me aseguran que me pagarán el contenido, que tuve que justificar mediante la preceptiva factura en la que se detallaba todo lo que compré. Alguien de esta compañía de mensajería se estará poniendo las botas a mi costa y yo, harta de esperar, le encargué otro kit completo a Macarena que llegó la semana pasada. Creo que a mi amor le ha gustado, porque cada vez que ve la mariposa no puede contener una sonrisa.

* Moraleja: En esta ocasión y sin que sirva de precedente, la culpa sí que ha sido del mensajero.

martes, julio 22, 2008

Desde que soy tortillera...

"Desde que soy tortillera veo la vida de otro modo"... Quien así habla no soy yo, es Miranda Boronat, esa señorona catalana siempre rodeada de sus 80 mejores amigas que nos descubrió que una lesbiana puede ser fashion muchos antes de que a Ilene Chaiken y a Rose Troche se les pasara ni siquiera por la cabeza la posibilidad de hacer The L Word.

Es más, me atrevería a decir que la publicación de Garras de astracán prácticamente coincidió en el tiempo con la proyección de Go fish, esa película en blanco y negro dirigida por Troche y en la que salen lesbianas que nada tienen que ver con las de The L Word; son mucho más de andar por casa, aunque las cuestiones que se tratan son casi las mismas que en la serie: la dificultad que tienen las lesbianas para dar una relación por concluida o cómo decirle a tu familia que vas a compartir el resto de tu vida con otra mujer.

Creo que el anterior párrafo me ha salido demasiado trascendente, así que vamos a lo que vamos. Todo el rollo éste que os acabáis de tragar (las que hayáis llegado hasta aquí, se sobreentiende) se debe a que el otro día me entró melancolía de Garras de astracán -gracias Terenci Moix por haberlo escrito-, me fui a mi estantería, lo busqué, lo cogí, y como he hecho miles de veces comencé a leerlo, por la primera página, como debe de ser, claro.

Y ahí estaba esa Miranda Boronat, en el primer párrafo con esa frase lapidaria: "Desde que soy tortillera veo la vida de otro modo...". Me dio por pensar... "¿Qué me ha pasado a mí desde que soy tortillera? Sí. ¿Qué me ha pasado?..."

...

Pues hace ya nada más y nada menos 16 años que soy lesbiana consciente, casi media vida, vamos (sí, en unos días cumplo 34 años, aunque ya sé que no los aparento) y en este tiempo pues supongo que he aprendido a ver la vida de otro modo, aunque lo cierto es que no sé si es porque soy tortillera o porque he madurado. Antes de ese descubrimiento me chirriaba imaginarme cuando tuviera la edad que tengo ahora con marido, niños y como ama de casa. Sabía que pasaba de fregar los platos, tender la ropa, hacer la comida... Lo mío, estaba segura, era trabajar y ganar un sueldo. ¡Divina independencia!

Creo que por eso precisamente me tiene obnubilada Bette Porter: una mujer independiente, con pelas, cochazo, éxito, estilo... ¿A quién no le gustaría ser como Bette?Lo confieso, si ahora me pongo a pensar qué quiero llego a la conclusión de que me encantaría tener esposa, niños y ganar dinero suficiente para pagar a alguien que se encargue de la casa. ¿Será un síntoma de aburguesamiento lésbico?

P.D. Si no habéis leído Garras de astracán, aprovechad el verano para devorarlo. Os garantizo que no olvidaréis jamás a Miranda, Reyes del Río o Imperia Raventós.

jueves, julio 17, 2008

Feria de Agosto de Málaga en julio en Madrid

Este post lo tenía que haber escrito antes. Hace diez días, lo sé. Pero durante este tiempo he estado intentando aclararme y diseccionar qué me ha parecido la celebración del orgullo gay en Madrid. Era mi primera vez, ya lo advertí, y la verdad es que me traigo la impresión de que es muy, pero que muy parecido a la Feria de Málaga, con descamisados y comas etílicos incluidos, eso sí, con más glamour y sin las familias empujando el carrito del Mercadona lleno de rebujito y de tajadas de jamón supurando grasa.

Así es, tiene mucho en común con la Feria de día de Málaga, pero con la de hace unos cuantos años, porque la de ahora se han empeñado en domesticarla: ya no hay descamisados, la música tiene que ser la misma en todos los bares y, los peperos de turno que hay en la ciudad, se han cargado la espontaneidad. Por fortuna espontaneidad sí que había en Chueca durante los días del Orgullo, aunque se mezclase con alguna que otra estrategia comercial diseñada para sacarte hasta el último cuarto.

Mi novia y yo, lo confieso, no supimos resistirnos y nos trajimos un imán con los colores de la bandera gay que ahora anda pegada en nuestro frigo. El marketing nos sedujo y no pudimos evitar caer en sus tentáculos. También por el marketing, aunque casero, estábamos convencidas de pasarnos por el 'Fulanita de tal', por lo visto el bar más moderno para lesbianas de Madrid, pero ante tanto borderío en la puerta nos dimos la vuelta y, gracias al azar -¿existirá el azar o la vida estará llena de hechos encadenados?- nos topamos con 'The Planet', ese bar de copas concebido para mayor gloria de The L Word.

Creo que se podría definir incluso como la capilla sixtina de The L Word. Las que habéis estado allí ya sabéis que la parte de abajo, que parece una cripta, está decorada con las fotografías de los personajes de la serie, pero sólo hay dos retratos iluminados con foquitos. ¿Os habéis dado cuenta de cuáles?; ¡sí! Los de Tina y Bette. Sí, como podéis imaginar esas son las frikadas absurdas en las que una cae a las cuatro de la mañana con varios litros de cerveza en el cuerpo... Igual ni siquiera son esos los que están iluminados pero yo quise que fuera así...

En fin, si Chueca es el gran parque temático gay de España, 'The Planet' es la zona dedicada a The L Word. ¡Mi amada Bette, qué contenta se pondría! ¿Volveremos el año que viene? Sí, y amenazamos con llevar a los capillitas duchos en organizar procesiones -sí, esos que sacan los muñequitos, perdón, imágenes, en marzo o en abril por la calle Larios- para que den unos cuantos consejos a los que montan la manifestación, porque la verdad es que era un poco caótica. Ahora que lo pienso, las de la Cofradía del Bollo también podrían ser buenas asesoras...

P.D. La foto está sacada de Flickr y es de K-arte.


domingo, junio 29, 2008

Orgullo, pero con menos colores

Lo confieso, estoy abrumada. Llevo más de una semana sin escribir porque no sé sobre qué hacerlo, pero no por crisis creativa, no, sino por todo lo contrario: hay tantos asuntos por ahí pupulando que no sé a cual quiero hincarle el diente. ¡Bendito Día del Orgullo Gay, que hace todo Dios -quizás incluso él- quiera hablar de nosotros!

Primero pensé en hablar sobre la lista esa que ha elaborado la revista Tiempo sobre los 20 gays más influyentes de España y, en la que por supuesto, apenas hay lesbianas. Sólo tres: la cantautora Inma Serrano, la actriz Carla Antonelli y la editora Mili Hernández. La culpa no es del redactor que hizo el reportaje, es nuestra, mejor dicho, "de las nuestras famosas", que no se animan a decir "aquí estoy yo y mi mujer". No hay manera, oye.

Ya lo decía ayer sábado Boti G. Rodrigo en la entrevista de última de El Mundo: "Hay alcaldesas que deben salir del armario". No sólo alcaldesas, me atrevo a añadir, también diputadas, directoras de televisiones, periodistas, atletas, jugadoras de baloncesto, bailaoras, actrices que deberían romper la puerta del armario a patadas.

Y cómo no pensar en hacer un post entero de esa Bibiana Aído -me niego a hacer más chistes fáciles con lo de "miembra"- posando cual Judy Garland como protagonista de El mago de Oz en la portada de Zero y flotando sobre el arco iris. El problema no es que flote sobre el arco iris, no, sino que me da a mí que también va flotando sobre la silla de su despacho ministerial. Lo confieso: habría preferido que esa portada de Zero fuera para una alcaldesa del PSOE, o ministra, o diputada o incluso consejera autonómica -que también las hay, ¿eh?- que le hubiera echado los ovarios que pedía ayer Boti G. Rodrigo. Todo llegará.

Pero al final, como soy una persona frívola y a la que le encantan las noticias anecdóticas y sin sustancia, me he decidido por escribir sobre la bandera del orgullo, que, por surrealista que parezca, ha perdido colores con los años. La culpa no es del detergente con el que se lava, sino que era complicado producirla de forma industrial -hacer negocio con ella, vamos- con los ocho colores con los que fue diseñada.

En la foto que encabeza el post se ve cómo ha cambiando: primero se le quitó el rosa, que representaba la sexualidad, y después el azul índigo, símbolo de la serenidad, y el turquesa, de la magia, se fundieron en un azul holandés por problemas en la fabricación. El colega que la diseñó está que echa chispas porque dice que ha perdido su esencia.

Espero que esta merma cromática no haga que la celebración del Orgullo esté descafeínada, porque es la primera vez que ésta que escribe se ha decidido a ir. Mi novia y yo cogeremos el avión el viernes para plantarnos en Madrid, ver alguna exposición de Photoespaña, pasárnoslos genial, bailar, beber cerveza y, sobre todo, desbarrar.

*Todas las que ya hayáis estado por Chueca en el Día del Orgullo, no seáis timoratas y compartid vuestas experiencias con estas dos pobres chicas de provincias. Aceptamos sugerencias sobre lugares en los que tomar las copas, sitios en los que comer o cualquier otra que se os ocurra.

martes, junio 17, 2008

Ahora estoy más tranquila


Pues sí. Por fin he podido alcanzar la paz y comprender el por qué de tantos sinsentidos que han sucedido a lo largo de mi vida, desde mi infancia, cuando era la única niña de mi clase que salía al recreo corriendo en desbandada con el balón debajo del brazo para echar un partido de fútbol, cuando me negaba en redondo a jugar a las casitas -a menos que hiciera de padre, claro- y cuando me mosqueaba porque el regalo de Reyes de ese año había sido una muñeca en lugar de la preceptiva pistola.

Aquellos eran indicios, ahora lo veo claro. Pistas que iban apuntando hacia un camino inequívoco y que, especialmente en la adolescencia, viví como una condena. Fue entonces cuando comenzó a preocuparme sentirme en aquellas extrañas ocasiones que me ponía una falda como Conan el Bárbaro o cuando se me iban los ojos detrás de las zapatillas de deportes en lugar de los zapatos con tacón por los que suspiraban mis amigas. En aquella época yo no tenía forrada la carpeta del instituto con las preceptivas fotos de Tom Cruise en Top Gun, no, tenía un fotón de Heike Dreschler saltando longitud. Durante esa temporada me molaba el tonteo con los niños, no, pero sí que me hubiera encantado hacerme amiga de aquella repetidora de la clase de BUP de al lado con la que unos años después coincidí en algún bar de ambiente.

Con la llegada a la universidad, acompañada del descubrimiento de que lo que me gustaban eran las tías, se intensificaron los síntomas: cuando comencé a conducir lo hacía extrañamente bien, sin problemas para aparcar y con un "sexto sentido" a la hora de orientarme en ciudades desconocidas. Y no, a los malpensados les diré que por aquel entonces no había GPS. Además, no me importaba beberme cuatro o cinco cervezas de una sentada a pesar de que engorda.

Al empezar a trabajar siempre primé más a la hora de vestirme la comodidad que la elegancia e intenté por todos los medios lograr mi primer contrato con la constancia, la seriedad en el curro y la perseverencia. Logrado el contrato jamás dudé de mis capacidades de progresar, eso sí, gracias al trabajo bien hecho, aunque ello acarrearra no tener tiempo para hacer lo que se supone que debemos hacer las mujeres: tener la casita ordenada, la panza de la pareja satisfecha y al menos un par de críos con los que entretener a los abuelos en su jubilación. No, en lugar de eso me he dedicado a ir al gimnasio, jugar al pádel, viajar cada vez que tengo ocasión, comprarme el coche que me apetece, irme de juega y de borrachera con mi novia siempre que puedo y escribir este blog catárquico mientras saboreo un gintonic.

Hasta ahora no entendía bien el por qué de estos 34 años de vida. Menos mal que Ivanka Savic y Per Lindström se han decidido a explicármelo: la culpa de todo la tienen mis conexiones nerviosas. Ahora estoy mucho más tranquila.




martes, junio 03, 2008

La primera vez que pisé un sitio de ambiente


Todas hemos tenido una primera vez. Todas hemos reunido en algún momento el valor suficiente para cruzar una puerta y entrar en un bar de ambiente. La mía fue con 20 añitos, de la mano de la que entonces era mi novia -y que a su vez también pisaba por primera vez un bar de ambiente- y en Londres. Supongo que una beca Erasmus es siempre una buena excusa para hacer cualquier cosa excepto estudiar. El lugar al que llegamos guiadas por no sé qué nombre en qué guía consultada de rondón en una librería -por aquel entonces (hablamos de 1994) no existía esto de internet y las únicas guías existentes eran de papel- se llamaba The ace of clubs, en Picadilly Street, un antro custodiado por una segurata negra carne de gimnasio que te cacheaba al entrar con bastante malos modos.

El club estaba en un callejón de Picadilly, para quien no lo sepa una de las calles más pijas de Londres. Sin embargo, aquel club no tenía nada de pijo. Era uno de esos garitos exclusivos para mujeres -después jamás he vuelto a entrar en uno, y eso que he estado en unos cuantos bares de ambiente-, en el que no dejaban pasar hombres y donde todas se tenían fichadas entre ellas y te miraban con cara "a éstas no las conozco de nada".

Para llegar a la discoteca había que bajar unas escaleras estrechas y, creo recordar, un poco sórdidas. Los sofás que servían de asiento eran rojos y estaban ya raídos por los muchos refregones que se había pegado allí la peña. Lo que más me llamó la atención es que a pesar de que había dos cuartos de baño, como es preceptivo en cualquier sitio, los dos eran de mujeres. ¡Toda una revolución! Y lo que más me impactó fue el amplio catálogo lésbico que se desplegaba ante mis ojos: había tías que yo hubiera jurado que eran tíos, tías superragladas con tacones y pintadísimas, tías maduras que iban a ligar sin ningún pudor, tías jóvenes con vaqueros y camisetas -no me acuerdo qué me puse, pero supongo que me incluyo en este grupo- que se dedicaban a bailar...

Mi novia de entonces y yo flipamos, vaya sí flipamos. Pudimos de una vez "salir del armario" en el que andábamos metidas y besuquearnos delante de toda la panda de inglesas que andaba por allí mirándonos sin pudor. Lo malo es que aquella noche, cuando salimos del The ace of clubs, volvimos a entrar en ese armario del que no salimos hasta que dejamos de estar juntas. ¡Paradojas del destino!

Por cierto, después he vuelto muchas veces a Londres, he pasado por el callejón del The ace of clubs pero nunca he tenido la tentación de comprobar si sigue ahí. Hoy, antes de escribir este post, sí que he mirado en internet y he encontrado una referencia donde no sé quién cuenta que la vieja guardia domina este club que lleva más de diez años abierto. Sin embargo, dudo que siga al pie del cañón, porque no he encontrado ninguna foto -de ahí que haya colgado una de Picadilly Street- ni ningún enlace. Quizás la próxima vez que vaya a Londres me asome a ese callejón de Picadilly para comprobar si aún sigue ahí y, en el caso de que aún continúe abierto, tal vez entre para constatar si es o no tal y como lo recuerdo y ajustar cuentas con mi memoria.

*Sería genial que me contarais vuestra "primera vez". Y si alguien hubiera estado en 'The ace of clubs', por favor, que me cuente si es o no como lo recuerdo.

lunes, mayo 19, 2008

Formas que las demás tienen de llamar a tu novia

La buena aceptación del post anterior me ha hecho estar alerta y he detectado que no sólo somos un poco enrevesadas para hablar de nuestras novias, sino también para referirnos a las novias de las demás. Sin ir más lejos hoy, mientras estaba en el trabajo, me ha llamado una conocida que intentaba montar un partido de pádel.

- No, no puedo jugar, estoy trabajando -mi respuesta-.

- ¿Y tu doña puede?

- No, mi "doña" -aquí ya sí, con cierta sorna-, tampoco.

- Bueno, pues dale un beso a tu doña de mi parte.

- Vale, yo soy lo doy -mi contestación, en la que por cierto obvié que cuando a"mi doña" le dijera cómo la habían llamado, le iba a dar algo-.

miércoles, mayo 14, 2008

Formas de decir que tienes novia sin decirlo

Sí, lo sé, decir "mi novia" no tiene por qué convertirse en algo traumático. A mí, lo confieso, me cuesta, y suelo buscar circunloquios para referirme a mi amor ante personas que ignoran que comparto mi vida con una mujer, con su consiguiente cabreo, por cierto.

Sin embargo creo que esta práctica no es sólo mía. Durante las últimas semanas me he dado cuenta de que no soy ni mucho menos la única -aquí es donde mi amor debería tomar nota- a la que le cuesta decir abiertamente y a bocajarro "mi novia" tal o "mi novia" cual. El otro día me pasó con una de las monitoras buenorras del gimnasio -la del spinning de nuevo, ¡oh year!-. Me la crucé con cara de cansada, nos pusimos a charlar y yo le dije que también estaba para el desguace porque había estado todo el fin de semana por ahí de juerga con mi pareja... Sí, mi pareja, ahí estaba de rondón el maldito circunloquio: "mi pareja"...

Alguien dijo una vez que su subsconciente era más inteligente que él y no sé si eso es lo que puede pasarme a mí en ocasiones como ésta. La monitora, es claro y patente, entiende, y si no entiende pues me va al pairo, ¿qué mierda hago hablando de "mi pareja" como cualquier cuarentón progue? ¡Mi novia! ¡Mi novia! No es tan difícil, ¿verdad?

En mi descargo he de agumentar que no soy la única. ¡Bien! Como decía al principio estas últimas semanas he podido comprobar que detrás de muchas lesbianas hay un circunloquio con el que denominar a su novia:
  • El mejor lo he escuchado hoy y venía de una colega que sólo conozco de vista y un ámbito totalmente heterosexual. Ella sabía que yo entendía y yo lo sospechaba de ella. Ha llegado con un pelín de retraso. Una de las allí presentes le ha preguntado si es que se había levantado tarde y ella ha explicado que no, que se ha levantado pronto y que incluso le ha dado tiempo a sacar a su perro y a ordenar la casa, porque esta tarde llegaba "la susodicha*" (sic.) y quería que todo estuviera listo y preparado. Entonces yo, con toda mi inocencia, he preguntado: "¿La qué?" Ya no lo ha quedado escapatoria: "Mi novia, mi novia", ha respondido.
  • Éste lo escuché hace unos días en una situación muy parecida a la anterior. Calcada, se podría decir. Al igual que en el caso anterior esta colega estaba explicando que ese día se había levantado tempranísimo, sobre las seis de la mañana, vamos, porque su "chiqui"-creo que la denominó así, porque justo al decirlo bajó considerablemente el tono de voz- tenía que madrugar y le había querido preparar el desayuno. De nuevo -prometo que no la escuché bien- se produjo la pregunta: "¿Tu qué?" "Pues mi niña, es que me cuesta decirlo".
  • Pero de todos, el más circunloquio es éste: "una amiga que me espera en su casa", dicho sobre la una de la madrugada, claro. Ahí la pregunta estaba clara: "Supongo que no te espera sólo para echar un rato de charla".
P.D. Me encantaría que toda la que conociera más maneras de llamar a la novia sin decirlo de forma clara las dejara apuntadas por ahí, a ver si de una vez somos capaces de llamar a las cosas por su nombre. Yo, lo intentaré con vehemencia. Otra cosa es que mi madre sea capaz de llamar nuera a mi amor... Perdón, mi novia.

* FE DE ERRATAS: Aquí tengo que hacer una aclaración. Cuando escribí este post le di una gran patada al diccionario. En lugar de hablar de "la susodicha", como debería haber hecho y ahora (30/05/08 a la una de la madrugada) he hecho, hablé de "la sudodicha", lo que sin lugar a dudas está mal. Rectificar es de sabios, así que no he dudado en piratear mi propio blog y ponerlo de la manera correcta. Gracias a la susodicha porque fue precisamente ella la que se dio cuenta de que estaba mal escrito, de modo que ahora mi blog vuelve a estar 'casi inmaculado', digo casi porque seguro que alguna errata se queda por ahí. Menos mal que en internet no se estila lo del papel impreso, porque ahí sí que es imposible dar marcha atrás, ser sabio y rectificar.

viernes, mayo 09, 2008

Bolleras boyeras

Este post es una continuación del anterior, el de la cofradía del bolllo. Y responde a otro hallazgo: efectivamente, lo de María del Monte e Isabel Pantoja no es un caso aislado, hay multitud de bolleras boyeras.

Para aquellos que piensen que soy una de esas jóvenes en las que la LOGSE ha hecho estragos, me explico un poco más: en el Rocío hay multitud de bolleras (Definición de la Real Academia Española: " f. despect. vulg. lesbiana") y de boyeras (Def. RAE: Mujer que guarda bueyes o los conduce). Vamos, que me vengo a referir a que eso del Rocío está plagado de "entendidas" en la materia" que van en esas carretas tiradas por bueyes para disfrutar "a la sombra de los pinos".

Este hallazgo -he de confesarlo- no lo he hecho yo, si no mi novia que, por razones que no vienen al caso, ha estado hoy en el paso del Guadalquivir de las hermandades que van al Rocío. Ha ido obligada, lo prometo, y por estrictas razones de trabajo. Aunque ha flipado.

- ¿Te acuerdas aquello que me contaste sobre la hermandad del bollo? Pues, efectivamente, existe -me ha contado por teléfono-.

- Sí, pero esos no creo que vayan al Rocío -le contesto.

- Esos igual no. Pero seguro que las que están aquí tienen que pertenecer a otra similar...

¡¡¡Qué viva la blanca paloma!!!Publicar entrada

martes, mayo 06, 2008

La cofradía del bollo

Existe. Sé que es difícil de creer, pero existe una cofradía del bollo. He de confesar que jamás se me habría ocurrido pensar que alguien hubiera tenido semejante idea, pero así es. Su hallazgo sucedió como suelen suceder estas cosas: por casualidad.

El otro día estaba escuchando la radio de fondo, no recuerdo qué emisora, y en una de esas rondas de corresponsales tan socorridas una de las periodistas estaba contando cómo en no sé dónde habían montado una escuela para enseñar a los chavales artes relacionadas con la Semana Santa. Entonces el conductor -creo que así se dice en radio a los presentadores- le preguntó a la chavala:

- ¡Qué bonito! ¡La Semana Santa y sus tradiciones¡ ¡Qué gran momento para España! Cuéntame, ¿cuál es tu cofradía preferida? Porque todo español que se precie ha de tener una cofradía preferida -afirmó, ante mi estupefacción y ante la de todos los oyentes que dudo tengan una cofradía preferida-.

El silencio irrumpió durante apenas unos segundos en la emisión. Se notaba que la habían pillado desprevenida y que aquella pregunta no estaba en el guión que tan conciezudamente se había preparado.

- ¿Mi cofradía?... ¡La del bollo!

A partir de ese momento sí que presté atención a lo que se oía en la radio:

- ¡Qué gran hermandad! Yo recuerdo cómo me invitó esa gran cofradía a conocer su nueva casa hermandad... ¡Qué bonita! ¡Qué buen gusto!... -y así siguió desvariando el presentador un rato pero sin ir al asunto. Vamos, sin aportar información sobre lo que realmente interesaba-.

Pero, bendito google. Inmediatamente me fui a internet y metí -perdón, introduje- "cofradía del bollo" y, para mi asombro, la periodista no se había quedado con el locutor carca. Existe una cofradía del bollo. Así que desde aquí un llamamiento para que desde ya empecemos a hermanarnos (¿se dirá así?) y contribuir al engrandecimiento de esa gran cofradía.

jueves, mayo 01, 2008

Auténtica frikada

No me he podido resistir a incluir este enlace en mi blog. Sé que algunas pueden considerarlo friki, pero esto es mucho más, y si no, mirad para cuantas camisetas da Bette Porter (y el resto del personal de The L Word, of course)

jueves, abril 24, 2008

"Los de en medio"

Mi intención al comenzar este blog era, inspirándome en historias de la serie, contar historias relacionadas conmigo o con gente que conozco. Hasta ahora, así lo he hecho, pero un cretino ha logrado que deje a un lado el espíritu con el que nació esta web para narrar lo inenarrable. Vamos, que a ninguno de los guionistas The L Word se le hubiera ocurrido en la vida inventar un personaje tan estúpido como el que tuve el disgusto de conocer el otro día.

Todo sucedió en una
comida de trabajo. Sí, además de escribir este blog tengo una vida paralela seria que me hace tener comidas de trabajo de vez en cuando en las que he de mostrarme educada, cabal y, en más ocasiones de las deseadas, carente de ironía.

En una de esas es donde
conocí este personajillo, todo sonrisa y director de ventas de no sé donde que ya había comenzado en los aperitivos intentando hacerse el gracioso. Sin embargo, la conversación derivó de manera inevitable hacia la paridad en el nuevo Gobierno de Zapatero. Él insistía en que no hacía falta que hubiera más ministras que ministros porque las mujeres ya mandamos. De hecho, aseguraba, en su casa la que manda realmente es su mujer -lo que por supuesto no discuto, porque con semejante zoquete-.

En la mesa éramos tres mujeres y siete hombres. La mayoría de estos últimos le daban la razón, por supuesto. ¿Para qué queremos que haya paridad, si ya somos nosotras las que llevamos los pantalones?, argumentaban. Yo, como podía e intentando ser cabal, defendía mi postura, hasta que ese personajillo tocó lo intocable: sí,
se mofó de que Carme Chacón fuera la nueva ministra de Defensa. Yo, que llegaba calentita por un articulazo de Lucía Méndez que me había leído ese día por la mañana en El Mundo, no me pude callar y le solté la primera fresca del día. Algo así que como seguro que su mujer no había estado impedida para fregar los platos cuando estaba embarazada y que igual sí que le habían pedido ascender en su empresa por eso...

Entonces ese gran personaje reculó un poco y
dijo algo referente a "los de enmedio", a cómo están ahora, según él, premiándolos, después de lo que soltó una sonora carcajada.

- ¿A qué te refieres con los de en medio?-le pregunté yo-.

-Sí, los de en medio. Eso que está ahora tan de moda -me contestó-.

- No te entiendo -le contesté ya con cierto
tono chulesco y ante la mirada aterrada de algunos compañeros de mesa que ya veían venir el cataclismo-.

- Sí, mujer. Los gays y las lesbianas, que ahora a todo el mundo le ha dado por ser de eso.

No pude evitarlo. Me agarré a la mesa, eché el cuerpo para adelante y con toda la calma de la que fui capaz le dije:

- Pues la verdad es que ni a mi novia ni a mí nos ha influido nunca en el trabajo, ni de forma positiva ni negativa, ser lesbianas.

Una risita nerviosa afloró de sus labios, desistió de seguir debatiendo sobre el asunto y cambió de conversación. El único inconveniente fue que esta escena se produjo en el primer plato y tuve que aguantarlo a escasos dos metros durante el segundo plato, un tercero que pusieron, el antepostre y el postre. Fui incapaz de aguantar hasta el café.

domingo, marzo 30, 2008

Quiero un tatuaje

Desde que escribí el post del gimnasio vengo dándole vuelta a eso de los tatuajes. Me han entrado una ganas locas de hacerme uno porque así igual logro que la monitora macizorra del aguafitness se fije en mi tatuaje y en lo moderna que soy en lugar de en la tripita imposible de bajar por muchas clases de abdominales a las que vaya. El problema es que hay que tomar dos decisiones muy importantes:

1. El lugar en el que hacerse el tatuaje.

2. El qué tatuarse.

Además, a cada capítulo que veo de The L Word más ganas me entran de hacerme uno. He de confesar que el que más me molaba era el de Alice, rodeando el bíceps. Así, cuando por fin logre ponerme cachas y evitar que me cuelgue ese incómodo pellejillo que pende debajo del brazo -seguro que será para este verano- podré ir luciendo tatuaje a tutti plein. Pero las dudas me asaltan porque se lo ha quitado. Antes estaba y ahora no está -en la foto de la izquierda, el antes, en la de la derecha, el después-, así que algún inconveniente debe tener. Por favor, y aprovecho estas líneas para pedirlo encarecidamente, si alguien sabe por qué se lo ha quitado, que me lo cuente...











Bien. Descartada la opción Alice por insatisfacción de la sudodicha paso a examinar otras posibilidades. Los que tienen Shane en la parte posterior del brazo molan, para qué vamos a engañarnos, pero ya he dicho antes que ahí precisamente tengo un incómodo pellejillo colgante -no, no soy cuasi anoréxica como ella-, así que no creo que sea la opción más idónea para mi caso.

Los que tenía Carmen, para qué vamos a engañarnos, le quedaban genial, pero en la espalda también tengo una incómoda mollita que de hacerme similar a lo que ella tenía pues más bien parecería que tengo alerones, como los aviones.


Queda la opción Jodi. Sí, en el antebrazo, como Popeye (por cierto, el de abajo es Popeye, no Jodi. Es que no he encontrado ninguna foto en la que se vea su tatuaje). La verdad es que en este caso es cierto eso de que las comparaciones son odiosas, porque con esta reflexión se me han quitado las ganas de hacérmelo en el antebrazo: mi última intención, Dios me libre, es parecer un marinerucho de tres al cuarto. A la monitora le tiene que gustar el agua, sí, porque da aguafitness, pero de ahí a transformar en un lobor de mar... En fin. Se aceptan sugerencias, porque esto está resultando mucho más complicado de lo que yo creía. ¡Qué duro es ser fashion!

lunes, marzo 17, 2008

El gimnasio, ese gran granero

Pues sí. Como ya sabéis las amantes de The L Word el gimnasio es, de forma recurrente, uno de lo lugares más eróticos que aparecen en la serie. Mujeres enseñando hasta la rabadilla en esa clase de spinning en la que dan el todo por el todo; sudorosas y marcando músculo mientras hacen bíceps delante de un espejo o mientras se emplean a fondo en la máquina elíptica cubiertas por unas diminutas mallas que dejan ver ese tatuaje tribal de la espalda tan sensual... Y por supuesto, mucha de ellas son ¡mujeres que entienden! Éste es, más o menos, el gimnasio que aparece en la serie, el de los sueños de cualquier lesbiana y, afortunadamente, al que yo voy. Jamás pensé que la realidad pudiera imitar tanto la ficción, pero sí, así es, para mi gozo y alborozo: existe un gimnasio como ese de The L Word y ¡es el mío!

Como este blog no está hecho para hacer publicidad, pues no voy a dar el nombre (si alguien quiere saberlo, que lo pregunte), pero es el sueño de cualquier lesbiana. Por supuesto que no voy a mentir: también deabulan por allí las típicas marujillas, señoronas de muchos años agobiadas por el marido y los niños, que no pierden oportunidad para pegar el hilo contigo:

- Hombre, ¿cuánto tiempo sin verte? ¿Cómo es que no viniste ningún día la semana pasada?

- Pues mire, tuvo unos días libres y aproveché para irme de viajecito. [Cuando lo que realmente te pide el cuerpo es mandarla a la mierda y decirle la verdad: que se meta en sus asuntos, pero como ante todo hay que ser educada y tiene la taquilla que está justo al lado de la mía, lo que implica que me la encontraré para los restos, pues sólo puedo callar]

- ¿Has visto a la monitora nueva?¡Qué chica más rara!

- Pues yo la veo de la más normal.

Por ahí sí que no paso. Me niego a tolerarle a esa marujilla que critique la última adquisición de ese gran cuerpo técnico que tiene mi gimnasio, esa gran monitora de aguafitness que sin estar macizorra como la de spinning tiene un encanto especial y se me queda mirando cada vez que nos cruzamos en la entrada. "Sé que tú también entiendes", nos decimos con la mirada, pero sin tener una excusa para cruzar palabras.

Con la de spinning es diferente. Con esa sí que charlo. Y es que el pulsómetro es una muy buena excusa para entablar conversaciones en el gimnasio:

- Creo que hoy me he pasado de pulsaciones en tu clase. Vamos, que me he puesto a 186 en la última subida.

- Pues sí que le has metido caña. Yo ya veía que andabas tocada...

Sí, tocadísima, efectivamente, pero es que tanto derroche de sudor sube las pulsaciones a cualquiera.