miércoles, junio 24, 2009

"Chapero sí, pero de lujo"


Que la sinceridad vaya por delante: este post, el que voy a escribir a continuación, es un robado. Ha sido escuchado hace un rato en una playa nudista de la Costa del Sol -permitidme que no diga el nombre para no dar excesivas pistas- y ha provocado que me quede bastante alucinada. Y es que a menudo se me olvida que por aquí hay unos personajes que ya los quisiera para sí ese barrio gay súperpijo de Los Ángeles en el que viven todas las protagonistas fabulosas de The L Word. Es cierto que la realidad supera en bastantes ocasiones a la ficción y ésta es uno de ellas. Es una de ellas o yo soy una timorata que se ha caído de un guindo.


Os cuento: mi doña y yo nos hemos ido esta tarde a pasar un rato a la playa, a ver si de una vez se broncea la teta y el culo porque con tanto pádel nuestro moreno es más de albañil que de dos señoras respetables. Como vecino de toalla teníamos a un canijo renegrío que peinaba ya alguna cana y que no dejaba de sobarse el mandingo, también renegrío, of course. Debajo de él había un par de gays finolis -por aquí llamamos finolis a la gente de Despeñaperros para arriba, aproximadamente- recién llegados -lucían un blanco tipo pared encalada- a pasar unos días de vacaciones.


De repente se han puesto a pegar la hebra. Bien. En este punto he de decir que quien hablaba era casi de forma exclusiva el canijo renegrío, quien mientras continuaba sobándose el mandingo -tirón de pellijito para arriba, tirón de pellijto para abajo, reposicionamiento hacia la izquierda- contaba que él en verano gana muy buenas pelas, porque se va a una casa en la que se puede levantar 3.000 ó 4.000 euros en un par de semanas.


Ahí es donde yo he pegado el oído, he de confesarlo, porque hasta ese momento leía con voracidad. Además, no sé por qué, en ese punto es también en el que el sobón ha levantado la voz para que sus vecinos de toalla -y de paso mi doña y yo, que estábamos al lado, además de media playa- se enterarán con claridad de lo que contaba.


Y lo que ha contado es algo sobre alguien, que pesaba cerca de 200 kilos y que, pobrecito, había roto la cama. "Pues eso lo pagas tú, pero que no te dé vergüenza, porque al pobre le daba vergüenza", ha explicado. "Es que el chico es cocinero y claro, con tanto picar entre horas no adelgaza", ha continuado, lamentándose a continuación del complejo que arrastra el chaval, y con sólo 27 años. "¿No me dijo que cerrara los ojos que iba a pasar delante de mí desnudo para ducharse? Yo le dije: yo miro para el techo, pero cerrar los ojos, no los cierro".


En este punto yo estaba ya completamente entregada, el libro guardado en la bolsa y mi menda haciendo como que dormitaba. Y el colega seguía largando. Eso sí: sus vecinos de toallas hacían de vez en cuando algún inciso, del tipo "pues ya ves, tú cuentas todo lo que sabes en un programa de esos de la tele y te sacas un filón". Y el otro asentía con la cabeza mientras seguía mandingo va, mandingo viene. "Ya ves, si yo he estado con el padre de un futbolista del Real Madrid. Pero tres años, ¿eh?, que cada vez que venía a su casa de Marbella me llamaba y yo he comido allí y todo y me ha presentado a su hijo, porque la familia sabe esas cosas pero lo disimula".


"Para esto es muy importante tener un buen coche. Eso sí. Porque si tú te presentas en tu coche nuevo, eso es que da mu buena impresión cuando vas a recoger a alguien al hotel o a algún sitio", ha seguido disertando el colega. "Ya ves, yo empecé en esto en Marbella con 19 años porque tenía una 600 y me quería comprar una 750 y en un fin de semana me levanté las 100.000 pesetas que me hacían falta. Y a mí me gusta, para que te voy a decir que no. Además, que me da igual hacerlo con una tía o irme a Madrid o donde sea. Mientras me paguen el viaje".


"Eso sí, lo importante es ir por lo claro", ha continuado, "porque por ejemplo el otro día, aquí en la playa, le sonreí a un hombre mayor y cuando me iba, me siguió hasta los aparcamientos y me guiñó un ojo. Entonces yo le dije 'si tienes un talón, lo que quieras'. Ah, yo no sabía, me contestó él, pero tengo aquí 30 euros. 'Uy, pues con 30 euros llena el tanque del coche que yo soy un chapero, pero de lujo'.


Dicho esto, se ha mudado a la toalla de sus vecinos como por arte de magia y ha continuado contando sus historietas. Nosotras, nada más salir de la playa, nos hemos topado con el cartel cuya fotografía ilustra el post, aunque, visto lo visto, pocas ganas quedan de circular por la acera de enfrente.

* Gracias a mi Doña, por la fotografía, y por aguantar estoicamente mi enganche a la conversación narrada mientras tomaba el sol.

** Me ha picado la curiosidad y he buscado algo de documentación sobre el asunto.


lunes, junio 15, 2009

¡Oh! ¡Es ella!

Cuando pensaba que todo estaba perdido y que no volvería a ver a mi Bette Porter en la pantalla, un halo de esperanza entró a través de mi televisión: allí estaba ella, enchaquetadita y con la mismita cara que en The L Word. Sí, allí estaba Jennifer Beals, aparecida de sopetón en una serie en la que ni se le esperaba ni, a priori, estaba invitada con el mismito empaque de persona responsable, seria y competente. Eso sí, heterosexual.


Hetoresexual y coladita por el protagonista de 'Lie to me', serie a cuya primera temporada me he enganchado con profusión gracias a ese 'peaso' de personaje que es el doctor Lightman, experto en analizar las microexpresiones faciales y así, de paso, atrapar a los malos malísimos que pululan por las calles de Washington.


Bette Porter -¿o quizás debería decir ya Jennifer Beals?- hace de su ex mujer, quien aún sigue enamorada hasta las trancas de este peculiar personaje que no se parece en nada a la inteligente y pausada Tina Kenard. La separación la causó la afición extrema del doctor Lightman a analizar las microexpresiones del rostro: la pilló en todos los renuncios y al final ello acabó mandándolo al garete. Y eso debe de ser difícil, porque con la 'amplia gama' de expresiones de la Beals, tiene que ser casi imposible saber en qué piensa por su rostro.


Lo cierto es que su presencia en dos capítulos de la primera temporada de esta serie -además, por sorpresa- ha hecho que pueda volver a verla, aunque sea sólo durante unos instantes y perdida ya para siempre para la causa lésbica.