miércoles, abril 27, 2011

En busca de un macho semental

Woody Allen disfrazado de espermatozoide en una película.
Desayuno con una noticia que publica hoy El País: hay al menos tres comunidades autónomas (Cataluña, Murcia y Asturias) que se niegan a dar tratamientos de fecundidad a parejas de lesbianas. El problema, según cuentan en la noticia, es que el decreto que regula la reproducción asistida señala que este tratamiento será sufragado por la sanidad pública siempre que haya esterilidad. Al no haber varón en la pareja, no puede haber esterilidad. 

Lógico aunque absurdo. Y es más absurdo es que haya comunidades autónomas que aplican la ley a rajatabla, cuando hay otras que optan por la manga ancha, como es el caso de Andalucía. Si eres catalana, murciana o asturiana y quieres tener un niño, ya sabes: a cascar los entre 6.000 y 12.000 euros que cuesta un tratamiento de fertilidad.

Eso o te buscas un macho semental cualquier noche de esas locas que te fecunde por el método tradicional, porque muchas más opciones no quedan. También te puedes casar por conveniencia con un macho estéril, aunque lo veo más complicado, aunque, ya se sabe, en internet se encuentra cualquier cosa.

Por cierto, como los senderos de la memoria son inescrutables, esto me ha traído a la cabeza una conversación que tuve hace años con una colega que seguidora de Escrivá de Balaguer, numeraria del Opus -sí, la vida te pone por delante a gente que no tiene nada que ver contigo-.

Ella me decía que en todo acto sexual debía haber una intención de procrear, si no, era pecado. Y yo le respondí que entonces el sexo con mi pareja no era pecaminoso, porque no poníamos de por medio métodos anticonceptivos y que intentar procrear, lo intentábamos, pero que no había manera, oye tú... Yo creo que aquel día sí que vio dragones.

martes, abril 19, 2011

Amore, amore

Este kanji japonés representa el corazón, 'kokoro'
Me doy una vuelta por el blog de Neuronas Zurdas y me da por pensar en el amor. Ya sé que éste, mi blog, va más sobre la periferia de los sentimientos que de los sentimientos en sí, de lo que se mueve alrededor al amor entre las mujeres, pero está bien bajar al corazón, pararse a mirarlo, sentirlo latir y ver qué se mueve por ahí.

Para mí es difícil llegar ahí, lo confieso, soy una mujer de acción, de vísceras, convencida de que se habla a través de los actos y no de las palabras o de los sentimientos, así que me cuesta pararme a mirar mi corazón, me cuesta pararme a mirar el corazón de los otros. En este punto me viene la oración gestáltica de Fritz Pearls, el  padre de la terapia Gestalt, que os copio a continuación. Qué fácil lo que dice Pearls pero a la vez qué difícil, ¿eh?



Yo soy yo.

Tú eres tú.

Yo no estoy en este mundo para cumplir tus expectativas.

Tú no estás en este mundo para cumplir las mías.

Tú eres tú.

Yo soy yo.

Si en algún momento o en algún punto nos encontramos,

será maravilloso.

Si no, no puede remediarse.

Falto de amor a mí mismo,

cuando en el intento de complacerte me traiciono.

Falto de amor a ti,

cuando intento que seas como yo quiero,

en vez de aceptarte como realmente eres.

Tú eres tú y yo soy yo.



miércoles, abril 13, 2011

¡Carne fresca!

Todas las fans de 'The L Word' recordaréis aquella escena en la que Bette, recién separadita, iba al Planet y alguien la llamaba 'carne fresca' porque volvía al mercado del ligoteo y podía ser objeto de deseo de todas las tiparracas que por allí pululaban. Yo, lo confieso, vi la escena exagerada. "¿Tan poco pudor tiene la gente?". Pues sí, tan poco pudor tiene la gente.

Me di cuenta de ello el fin de semana pasado, de marcheta por Torremolinos, por Pueblo Blanco, zona de marcheta homosexual en el que fue un paraíso para los gays incluso en años del franquismo (un día prometo un post sobre ello) pero que tiene ahora cierto regusto horterilla, ¿para qué negarlo? Allí nos encalomamos el sábado por la noche dos 'entendidas' y mi amiga la Biendicha, heterosexual recalcitrante donde las haya.

Acabamos en 'El puntazo', uno de esos bares llevados por lesbianas para lesbianas. Yo, lo confieso, soy poco dada a salir de marcha. Dada mi avanzada edad soy de cena con buen vino aliñada con un gin-tonic bien puesto, así que frecuento poco los bares de ambiente. Pero aquella noche, mi amiga la Biendicha quería ir a toda costa a un bar gay. Para mí que le picaba la curiosidad. ¿Por qué siempre a las tías hetero quieren ir a sitios gays?

Y creo que su curiosidad se vio satisfecha. Nada más llegar y tras pasar por delante de la decena de bollitos que había agolpada ante la puerta de entrada, notamos sobre nuestros tres cogotes una veintena de ojos que decían ¡carne fresca! "¡Huy, huy, huy...!", pensamos las dos 'entendidas', que inmediatamente nos pegamos un achuchón y un morreíto para decir: 'No pasar. Propiedad privada'. Hecho esto la única novedad en aquel momento en 'El puntazo' era mi amiga la Biendicha...

Hacia ella se abalanzaron dos jóvenes mozas, una de ella monísima, la otra pasable, pero ambas con una borrachera de campeonato. "No, yo es que soy hetero", dijo mi amiga nada más acercarse ambas. "Mi última novia también me dijo que era heterosexual cuando la conocí", le espetó una de las mozas, quien dejó claro que no se iba a desanimar fácilmente.

Sólo que la otra le tomó la delantera. Una niña monísima, con cara angelical, pelito rizado y muy femenina, quien no dudó en meterle una teta prácticamente en la boca a mi amiga la Biendicha. "¡¡¡Niña, tiene unas tetas mu monas, pero a mí me gustan las pooollas!!! Además, podía ser tu madre".

La chavala no se amedrentó: "Toca, toca". "Que nooooo". Al final, lo prometo, ante tanta insistencia mi amiga acabó tocándole las tetas, eso sí, con carilla de asco y sólo con la puntillas de los dedos, sin sobar demasiado. "Así se empieza, así se empieza", le dije yo, pero no, parece que, de momento, no se cambia de acera.