miércoles, mayo 05, 2010

¡Quiero un exorcismo!




Pues sí. La verdad es debe ser divertido tener una tía delante intentando echar fuera el demonio lésbico que llevo dentro y que ha hecho, ¡oh pecado!, que me gusten las mujeres. Lo malo es que la colega que practica estos exorcismos es candidata del partido conservador en las elecciones inglesas, así que ahora debe andar de lo más ocupada echándole males de ojos a sus rivales en las elecciones.

¡Qué pena!, porque esa Philippa -así se llama la menda- echando unas gotitas de agua santa sobre mí y yo, cual niña del exorcista, gritándole "¿Has visto lo que ha hecho la cochina de tu hija?" con la cabeza vuelta tiene que ser un momento de los más estético, de dudosa utilidad, sí, pero señero donde los haya.

Al final del exorcismo, creo que acabaría trasmutándome en Alaska -que cierto parecido tiene con la Niña del Exorcista, ¿para qué negarlo?- y cantándole eso de "a quién le importa lo que yo haga, yo soy así y así seguiré, nunca cambiaaaaaré...".