martes, junio 03, 2008

La primera vez que pisé un sitio de ambiente


Todas hemos tenido una primera vez. Todas hemos reunido en algún momento el valor suficiente para cruzar una puerta y entrar en un bar de ambiente. La mía fue con 20 añitos, de la mano de la que entonces era mi novia -y que a su vez también pisaba por primera vez un bar de ambiente- y en Londres. Supongo que una beca Erasmus es siempre una buena excusa para hacer cualquier cosa excepto estudiar. El lugar al que llegamos guiadas por no sé qué nombre en qué guía consultada de rondón en una librería -por aquel entonces (hablamos de 1994) no existía esto de internet y las únicas guías existentes eran de papel- se llamaba The ace of clubs, en Picadilly Street, un antro custodiado por una segurata negra carne de gimnasio que te cacheaba al entrar con bastante malos modos.

El club estaba en un callejón de Picadilly, para quien no lo sepa una de las calles más pijas de Londres. Sin embargo, aquel club no tenía nada de pijo. Era uno de esos garitos exclusivos para mujeres -después jamás he vuelto a entrar en uno, y eso que he estado en unos cuantos bares de ambiente-, en el que no dejaban pasar hombres y donde todas se tenían fichadas entre ellas y te miraban con cara "a éstas no las conozco de nada".

Para llegar a la discoteca había que bajar unas escaleras estrechas y, creo recordar, un poco sórdidas. Los sofás que servían de asiento eran rojos y estaban ya raídos por los muchos refregones que se había pegado allí la peña. Lo que más me llamó la atención es que a pesar de que había dos cuartos de baño, como es preceptivo en cualquier sitio, los dos eran de mujeres. ¡Toda una revolución! Y lo que más me impactó fue el amplio catálogo lésbico que se desplegaba ante mis ojos: había tías que yo hubiera jurado que eran tíos, tías superragladas con tacones y pintadísimas, tías maduras que iban a ligar sin ningún pudor, tías jóvenes con vaqueros y camisetas -no me acuerdo qué me puse, pero supongo que me incluyo en este grupo- que se dedicaban a bailar...

Mi novia de entonces y yo flipamos, vaya sí flipamos. Pudimos de una vez "salir del armario" en el que andábamos metidas y besuquearnos delante de toda la panda de inglesas que andaba por allí mirándonos sin pudor. Lo malo es que aquella noche, cuando salimos del The ace of clubs, volvimos a entrar en ese armario del que no salimos hasta que dejamos de estar juntas. ¡Paradojas del destino!

Por cierto, después he vuelto muchas veces a Londres, he pasado por el callejón del The ace of clubs pero nunca he tenido la tentación de comprobar si sigue ahí. Hoy, antes de escribir este post, sí que he mirado en internet y he encontrado una referencia donde no sé quién cuenta que la vieja guardia domina este club que lleva más de diez años abierto. Sin embargo, dudo que siga al pie del cañón, porque no he encontrado ninguna foto -de ahí que haya colgado una de Picadilly Street- ni ningún enlace. Quizás la próxima vez que vaya a Londres me asome a ese callejón de Picadilly para comprobar si aún sigue ahí y, en el caso de que aún continúe abierto, tal vez entre para constatar si es o no tal y como lo recuerdo y ajustar cuentas con mi memoria.

*Sería genial que me contarais vuestra "primera vez". Y si alguien hubiera estado en 'The ace of clubs', por favor, que me cuente si es o no como lo recuerdo.

10 comentarios:

Tesa Medina dijo...

Vengo del blog de "errante" y he pasado un buen rato leyendo por aquí. Me gusta tu desparpajo e ironía. Y aunque no soy lesbiana, me alegro mucho que por fin en este país se pueda ser lo que se quiera y no tener que esconderse. Así que vosotras mismas deberías empezar por normalizar el lenguaje.

Llevo veinte años con mi chico, mi hombre, pero no estamos casados, así que me cuesta decir mi marido, claro que, como no tengo veinte años, cuando digo "mi chico" me miran alucinados, y si como cuando éramos jóvenes progres digo "mi compañero", ya ni te cuento. Pero que narices, lo digo y me río de sus caras.

Un beso.

Leonor Cabrera dijo...

Me alegro que hayas pasado un buen rato leyendo este experimento. Gracias. Y en cuanto a lo de normalizar el lenguaje, pues llevas toda la razón: ¡¡¡El poder de las palabras!!!

Anónimo dijo...

También he llegado aquí gracias a la "publicidad" de Errante. Lo he leído todo de pe a pa y me he reído muchísimo. Enhorabuena por un blog tan lleno de humor.
Seguiré pasándome por aquí.

miles away dijo...

hey me mola tu blog eh!!! ya te agrego para visitas futuras...

besos

PD: y contestando a la superpregunta, dire que mi primera vez en un bar de ambiente fue en Madrid y ahi se dejo ver mi lado paleto porque me quede con cara de idiota mirando a todo dios como si en la vida hubiera visto una lesbiana....bueno la verdad es que tantas juntas no las habia visto...jejeje

chaoo

Concha Olid & Sonsoles López dijo...

Errante ha hecho una publi fantástica.
Bien..la primera vez, uff 17 añitos, noche vieja, discoteca legendaria en Rios Rosas, Madrid.
Entrada con portero, sillones rojos, moqueta roja, cortinas rojas, trajes de noche, y esmokins, miradas de estrañeza y sórdido muy sórdido. Allí mismo me hubiera metido de nuevo en el armario, pero todo avanza... graciasadios

Zittric dijo...

Bue', que también he llegado por Errante hasta aquí, y no he entendido cual es la casualidad, pero sí que me ha gustado este espacio...en cuanto tenga un tiempo sigo leyendo lo más antiguo para reir un rato...me encanta la ironía, y pocas personas en mi entorno lo entienden como una forma de humor....

SALUDOS

errante dijo...

supongo que iría muy borracha porque ni me acuerdo de cuál fue, ni cuándo, lo que no se me olvida es con quién, pero esa es otra historia.

Marigel dijo...

De mi primera vez en un bar de ambiente tiene la culpa internet.
Fue a mis 50 años y era una quedada de un foro: Lesbian Lips.
Chueca. Llegaba tarde y sin conocer a nadie...y lo que era peor: ¡había olvidado el nombre del sitio!
Menos mal que una azafata guapísima, que me escribía de vez en cuando, me puso un mensaje, recordándomelo, mientras yo husmeaba por todos los bares de la zona sin encontrar a ningún grupo de "una treita tías".
Lo mejor fue la entrada.
Era un bar que tenía una pista en el sótano. Cuando llegué, la azafata estupenda me esperaba. Pero yo no la conocía (ni a ninguna). Sin embargo muchas de ellas sabían mi edad.
Y cuando aparecí en la escalera, Laola (la azafata) me gritó desde el fondo: "¿Marigel?" y salió corriendo, dando empujoncitos a todas y plantándome dos besos y un abrazo que me supieron a gloria.
Todo el mundo me miró, porque Laola era, sin duda, la mujer más hermosa de todo el pub.
Fue un comienzo estupendo.

JD dijo...

Mi primera vez fue hace cosa de dos años aqui en Bilbao en fiestas. Yo ya estaba fuera del armario pero nunca habia podido besar a mi chica en bares heteros y demas y poder hacerlo fue una sensacion increible. y ver a tantas chicas juntas y ese ambiente me encanto. Y desde ese dia siempre que podemos pasamos por el bar.

Anónimo dijo...

Bueno, mi primera vez en un bar de ambiente fue algo así como un experimento. Como para confirmarme a mí misma si de veras me iban las tías.
Sucede que, bueno, soy un poco tímida, y supongo que también he tenido mala suerte. El punto es que no he tenido nunca novia, y aunque me gustaba en ese entonces una de mis amigas, no podía decirle nada y estaba un poco confundida.
Me acompañaron un par de amigas, le mentí a mi madre para poder escaparme a un lugarsillo donde no solamente iban mujeres, pero era uno de los dos únicos lugares de ambiente de mi ciudad.
Estaba muy nerviosa, y llegamos cuando aún no habían abierto. Cuando abrieron había un gran cartel prohibiendo entrada a menores de 18 años, cosa que en este país -Chile- nadie toma en cuenta, pero que de todas formas me puso más nerviosa aún.
Al final pagamos nuestras entradas y entramos. Es un lugar bastante acogedor, como es una ciudad pequeña y como ya dije, no hay mucha variedad de locales, pues se forma un ambiente bastante acogedor, como que todos se conocen.
Me pareció curioso que nadie ocupaba el baño de hombres, así que se formaban largas filas.
Y bueno, me fue relativamente bien, aunque no hubiese muchas chicas guapas con quienes bailar.