Los caminos de internet son inescrutables, no cabe duda. Hoy he empezado la mañana navegando en elmundo.es y he acabado en esta frase: "Convertirse en lesbiana, un buen comienzo". Pues sí, convertirse en lesbiana puede ser un buen comienzo. Pero, ¿para qué? Para iniciar la revolución de la mujer.
Leo en este periódico digital que Beatriz Preciado ha publicado un libro sobre cómo Playboy cambió la historia: moldeó la imagen del hombre moderno, de hoy en día. Me pica la curiosidad, 'googleo' a Beatriz Preciado y me encuentro con una entrevista que le hizo Jodorowsky hace tres años cuando publicó su 'Manifiesto contra-sexual': ella sostiene que la mujer desbe masculinizarse, hacerse fuerte para dinamitar la sociedad actual, "empoderarse" -de nuevo sale esa palabreja tan de moda ahora, que la RAE considerara en desuso y que yo no logro hacer mía-.
En este punto pienso que algo de razón lleva: las mujeres fuertes asustan, descolocan al que están enfrente. Tengo una amiga que se dedica a lanzar cosas -discos y martillos, básicamente- y cuenta que cada vez que dice a qué se dedica la respuesta es la misma: "Pues te le pegas una hostia a alguien y lo dejas tieso". ¿Para qué iba ella a querer pegarle una hostia a nadie?. Deduzco que son muchos los que confunden a una mujer fuerte con una mujer violenta. Se sienten descolocados ante una tía que no va tirando de tacón y de escote para hacerse ver.
Yo, he de confesar, que con los tacones tengo una relación de amor-odio: me gusta llevarlos, me siento un pelín más alta y me pone la sensación de podercito que dan. Eso sí, deben ser cómodos y anchos, sería incapaz de llevar esos de tacón fino que calza la compañera que en este momento está llenando su vaso en la máquina de agua. Esos tacones son de 'tac, tac, tac'... Los que yo llevo de 'toc, toc, toc...'. Ella se los pone con vestido, yo con traje de chaqueta. Ella tira de escote para seducir, yo busco respeto.
Entre reflexión y reflexión sigo buscando información sobre Beatriz Preciado. Llego a esta entrevista de El País, en la que veo más personaje que persona: me da la sensación de que se ha creado un personaje para provocar, una impostura que desvirtúa sus ideas. Es una intuición, sólo eso.
Me sigue picando la curiosidad. 'Googleo' a su novia, Virginie Despentes. A ella también la entrevistó El País hace unos cuantos años: "No creo en la femineidad", asegura."Para usted la femineidad es una forma de servilismo, un puterío. Una mujer sumisa es una mujer sin rostro, ¿por dónde empieza la revolución?", le pregunta la periodista. "Convertirse en lesbiana sería un buen comienzo", responde Despentes, quien ha ejercido de prostituta, directora de cine y escritora.
Convertirse. Esta palabra me parece interesante: hace referencia a la capacidad de elección de cada uno, a su posibilidad de evolucionar, de transmutar e ir hacia lo que quiere ser. Recuerdo que hace unos días leí algo sobre una exposición en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo de Cabello/Carceller que va de lo mismo: de cómo es posible elegir el sexo dentro del que se vive.
Son reflexiones interesantes, estéticas, pero interesantes. A mí -lo confieso- me gusta la imagen frívola de esas lesbianas buenorras de 'The L', no me cabe duda, pero también he de confesar que soy consciente de que mi pensamiento puede estar demasiado encorsetado.Eso sí, el buen comienzo, el de convertirme en lesbiana, ya lo emprendí hace años.
8 comentarios:
Lowana, ya te echaba de menos, "blogueramente" hablando claro. A mí tb me gustan los zapatos altos de tacón ancho, y reconozco que me atraen los escotes ajenos y practico los propios con algo de excitación. Me gusta ser femenina y masculina. Fuerte y débil. Me enamoro de hombres y mujeres. Creo que categorizar es limitar la capacidad humana de desarrollarse. Yo también emprendí el buen camino hace años.
Pues sí, ser "ambidiestra" te da mucha amplitud de miras...
Yo también ando echándome de menos... En cuanto a lo de categorizar, pues sí, es limitar, pero he de confesar que a mí me resulta muy difícil no hacerlo. Supongo que así al final la vida es má fácil: con blancos y negros. Pero, ¡cuánto pueden molar los grises!
¿Se puede elegir el convertirse? Creo que no, aunque quizás sí el aceptarse y el oírse. Voto sí a los tacones y los escotes. ¡Te alegran la vida, vamos!
Moola lo de aceptarse y oírse, Tantaria.
"Creo que categorizar es limitar la capacidad humana de desarrollarse"
Anónimo, me encanta la frase (la usurpo).
Lowana,creo que tengo las mismas experiencias que tu amiga arrojadora. Por cierto, me encanta éste blog, y llevo un fín de semana leyédolo. Otro más para seguir
Marpupi (firmo aquí porque no sé cómo me puedo registrar!!!).
Gracias, Marpupi por tus palabras de aliento... Que curioso, me suenan tus iniciales... ;-)
muy perspicaz ;)
marpupi
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