martes, julio 22, 2008

Desde que soy tortillera...

"Desde que soy tortillera veo la vida de otro modo"... Quien así habla no soy yo, es Miranda Boronat, esa señorona catalana siempre rodeada de sus 80 mejores amigas que nos descubrió que una lesbiana puede ser fashion muchos antes de que a Ilene Chaiken y a Rose Troche se les pasara ni siquiera por la cabeza la posibilidad de hacer The L Word.

Es más, me atrevería a decir que la publicación de Garras de astracán prácticamente coincidió en el tiempo con la proyección de Go fish, esa película en blanco y negro dirigida por Troche y en la que salen lesbianas que nada tienen que ver con las de The L Word; son mucho más de andar por casa, aunque las cuestiones que se tratan son casi las mismas que en la serie: la dificultad que tienen las lesbianas para dar una relación por concluida o cómo decirle a tu familia que vas a compartir el resto de tu vida con otra mujer.

Creo que el anterior párrafo me ha salido demasiado trascendente, así que vamos a lo que vamos. Todo el rollo éste que os acabáis de tragar (las que hayáis llegado hasta aquí, se sobreentiende) se debe a que el otro día me entró melancolía de Garras de astracán -gracias Terenci Moix por haberlo escrito-, me fui a mi estantería, lo busqué, lo cogí, y como he hecho miles de veces comencé a leerlo, por la primera página, como debe de ser, claro.

Y ahí estaba esa Miranda Boronat, en el primer párrafo con esa frase lapidaria: "Desde que soy tortillera veo la vida de otro modo...". Me dio por pensar... "¿Qué me ha pasado a mí desde que soy tortillera? Sí. ¿Qué me ha pasado?..."

...

Pues hace ya nada más y nada menos 16 años que soy lesbiana consciente, casi media vida, vamos (sí, en unos días cumplo 34 años, aunque ya sé que no los aparento) y en este tiempo pues supongo que he aprendido a ver la vida de otro modo, aunque lo cierto es que no sé si es porque soy tortillera o porque he madurado. Antes de ese descubrimiento me chirriaba imaginarme cuando tuviera la edad que tengo ahora con marido, niños y como ama de casa. Sabía que pasaba de fregar los platos, tender la ropa, hacer la comida... Lo mío, estaba segura, era trabajar y ganar un sueldo. ¡Divina independencia!

Creo que por eso precisamente me tiene obnubilada Bette Porter: una mujer independiente, con pelas, cochazo, éxito, estilo... ¿A quién no le gustaría ser como Bette?Lo confieso, si ahora me pongo a pensar qué quiero llego a la conclusión de que me encantaría tener esposa, niños y ganar dinero suficiente para pagar a alguien que se encargue de la casa. ¿Será un síntoma de aburguesamiento lésbico?

P.D. Si no habéis leído Garras de astracán, aprovechad el verano para devorarlo. Os garantizo que no olvidaréis jamás a Miranda, Reyes del Río o Imperia Raventós.

jueves, julio 17, 2008

Feria de Agosto de Málaga en julio en Madrid

Este post lo tenía que haber escrito antes. Hace diez días, lo sé. Pero durante este tiempo he estado intentando aclararme y diseccionar qué me ha parecido la celebración del orgullo gay en Madrid. Era mi primera vez, ya lo advertí, y la verdad es que me traigo la impresión de que es muy, pero que muy parecido a la Feria de Málaga, con descamisados y comas etílicos incluidos, eso sí, con más glamour y sin las familias empujando el carrito del Mercadona lleno de rebujito y de tajadas de jamón supurando grasa.

Así es, tiene mucho en común con la Feria de día de Málaga, pero con la de hace unos cuantos años, porque la de ahora se han empeñado en domesticarla: ya no hay descamisados, la música tiene que ser la misma en todos los bares y, los peperos de turno que hay en la ciudad, se han cargado la espontaneidad. Por fortuna espontaneidad sí que había en Chueca durante los días del Orgullo, aunque se mezclase con alguna que otra estrategia comercial diseñada para sacarte hasta el último cuarto.

Mi novia y yo, lo confieso, no supimos resistirnos y nos trajimos un imán con los colores de la bandera gay que ahora anda pegada en nuestro frigo. El marketing nos sedujo y no pudimos evitar caer en sus tentáculos. También por el marketing, aunque casero, estábamos convencidas de pasarnos por el 'Fulanita de tal', por lo visto el bar más moderno para lesbianas de Madrid, pero ante tanto borderío en la puerta nos dimos la vuelta y, gracias al azar -¿existirá el azar o la vida estará llena de hechos encadenados?- nos topamos con 'The Planet', ese bar de copas concebido para mayor gloria de The L Word.

Creo que se podría definir incluso como la capilla sixtina de The L Word. Las que habéis estado allí ya sabéis que la parte de abajo, que parece una cripta, está decorada con las fotografías de los personajes de la serie, pero sólo hay dos retratos iluminados con foquitos. ¿Os habéis dado cuenta de cuáles?; ¡sí! Los de Tina y Bette. Sí, como podéis imaginar esas son las frikadas absurdas en las que una cae a las cuatro de la mañana con varios litros de cerveza en el cuerpo... Igual ni siquiera son esos los que están iluminados pero yo quise que fuera así...

En fin, si Chueca es el gran parque temático gay de España, 'The Planet' es la zona dedicada a The L Word. ¡Mi amada Bette, qué contenta se pondría! ¿Volveremos el año que viene? Sí, y amenazamos con llevar a los capillitas duchos en organizar procesiones -sí, esos que sacan los muñequitos, perdón, imágenes, en marzo o en abril por la calle Larios- para que den unos cuantos consejos a los que montan la manifestación, porque la verdad es que era un poco caótica. Ahora que lo pienso, las de la Cofradía del Bollo también podrían ser buenas asesoras...

P.D. La foto está sacada de Flickr y es de K-arte.